domingo, 12 de mayo de 2019

Salmo 158

Este día hay una sonrisa en mi rostro. Me he llenado de alegría y he disfrutado de todo aquello que me llena de dicha.

Hice aquello que quería hacer, conviví con personas que he llegado a apreciar y mi paladar se deleitó con grandes manjares.

Mis pies bailaron a ritmos gustosos y las risas no faltaron.

Pero en todo ello recordé lo hermoso que es estar en tu presencia y como nada de lo anterior tiene siquiera una pequeña comparación.

Estoy cerca de alcanzar mi tercera década de existencia, la vida es diferente en cada etapa, pero recuerdo hace 10 u 11 años atrás como es que era mi vida.

Recuerdo como me enseñaste una pisca de música para adorarte y fue un regalo increíble, y lo sigue siendo.

Fue una época hermosa, lo atesoro en gran manera, porque logré conocerte como nunca antes y me gozaba imaginando que tú te gozabas con lo que yo hacía.

Padre, no sé si solo fue una etapa y se haya cumplido el propósito o aún queda algo por hacer con todo aquello que me diste durante ese tiempo.

Ahora anhelo vuelva aquel espíritu a mi, el de ese joven dispuesto a adorarte en todo momento, he aprendido muchas cosas y en muchas de ellas me he envanecido, pero sé que tú propósito es mayor que mi ego o que cualquier sueño que he logrado tener.

En verdad quiero adorarte, en verdad quiero vivir tan enamorado y emocionado como en aquel tiempo, sentía que suspiraba y seguro que así era, era tu Espíritu en mi.

Sigue vigente, pero diferente, tal vez, o el diferente soy yo, pero quiero vivir cada instante de mi vida de esa manera, tan lleno de ti, que mi fe parezca absurda a quien no te conoce o se ha olvidado de ti.

Quiero adorarte siempre, hasta estar en tu presencia y hacerlo por una eternidad.