jueves, 3 de noviembre de 2016

Salmo 155

Padre he buscado tu rostro y te he  encontrado, he invocado tu nombre y me has oído, necesité de ti y me tuviste entre tus brazos.

Pero de nuevo me he hayado en lugares extraños, donde no estás tu, me he visto envuelto de deseo en mi cuerpo y deje de escuchar tu voz para obedecer la de alguien más.

Padre, sólo he escuchado mi voz y mis propios consejos me llevaron a donde no estabas tu, donde reina el deseo carnal y nada parece ser suficiente.

El cuerpo no se sacia de recibir placer, aún cuando esto atenta contra si mismo, siempre quiere más, mucho más.

Por eso de nuevo clamó a ti, a tu perdón y a tu fortaleza, pues he puesto mi petición de manera egoísta delante de ti y deje mi escudo en el suelo creyendo ser fuerte.

Pero sólo tu, oh Dios, eres quien me da la fortaleza para levantarme y vencer, para seguir en la lucha que es la vida todos los días.

Confío en tu palabra, creo en tus promesas, recibo tu perdón y tu corrección, pero sobre todo recibo tu inagotable amor, que es lo que sostiene mi vida.

Mi máquina del tiempo

Cuando era un niño existió en televisión una historia en telenovela a la que titularon "Aventuras en el tiempo", protagonizada por Violeta, quien era interpretada por Belinda.

La historia relataba las aventuras de un grupo de niños a través de diversas épocas de la historia mundial que llegaban ahí gracias al gran invento del abuelo de Violeta, una máquina del tiempo.

No recuerdo de niño haber visto una telenovela que me emocionara tanto como esta, pues dentro de mi siempre ha habido una fijación por los viajes en el tiempo, por lo que sabrán que también me encantan las películas de "Volver al futuro".

Mi hermano, un primo y yo, jugábamos todo el tiempo que éramos aquellos niños que recorrían la historia y la vivían junto a aquellos personajes que ahora conocemos sólo por libros. Sin duda mi pasatiempo favorito, pero, a quién no le gustaría viajar por el tiempo y ser testigo de todas esas historias que has escuchado.

Al paso del tiempo eso quedó atesorado en mi corazón y en ocasiones, aunque ya soy un adulto, fantaseo con tener una máquina del tiempo y vivir diversas historias como la creación, que pasó con Caín y Abel, como fue el diluvio, que motivo a Abraham a tener tanta fe y ser llamado amigo de Dios.

Esas historias bíblicas que me atrapan y me llenan de curiosidad intentando descifrar aquellos detalles que no vienen escritos.

Imagina poder estar en aquel sermón del monte que proclamó Jesús, o ver el milagro de la multiplicación de los panes y peces, sin duda sería impresionante.

Me encantaría estar ahí cuando Pedro en Pentecostés se levanta y el Espíritu Santo desciende y miles son convertidos o ver como Pablo perseguía a los cristianos y después se convierte en el Apóstol de los gentiles.

Sería sorprendente poder escuchar de viva voz de Juan toda la revelación del Apocalipsis. A Felipe predicando, a Pablo escribiendo al joven Timoteo, los milagros de Jesús.

Hay muchas cosas que me encantaría haber visto con mis ojos. Pero ahora sólo puedo tener fe en Dios y en su palabra, creer con toda confianza que lo que viene en la Biblia es la verdad.

Yo quería una máquina del tiempo para ver las historias y Dios me la dio, y me permite no sólo ver, sino ser el protagonista del la historia y sentir de parte del Espíritu como vivió cada personaje esos momentos decisivos de su vida.

No me tocó vivir eso, pero existe la promesa de vivir cosas mayores, no tendré una máquina del tiempo, pero tendré que tener mucha fe, que es mucho más poderosa.