Cada segundo cuenta, le dijeron
al agente Frank Smith, no puedes desperdiciarlos o ella morirá y no habrá
vuelta atrás. Él amaba a Patricia, quien había sido secuestrada por una banda
de maleantes con la intención de sacar de circulación al agente Smith, quien en
ocasiones anteriores les había frustrado muchos de sus golpes. El agente Smith,
con todos sus recursos, buscó hasta mas no poder a su amada, y al encontrarla
abandonada en un recóndito lugar, sin ningún rasguño aparente, volvieron a
casa. Pero el agente Smith era un hombre preparado y sabía que algo no estaba
bien, ¿Por qué un grupo delictivo secuestraría a una persona y solo la
abandonaría?, si querían que Smith dejara de frustrar sus planes, por qué no
tocaron a su mujer. Es entonces cuando pasó, una llamada inesperada entra al
celular del agente Smith, era el jefe de la banda de criminales. Las palabras
que este hombre dijo impactaron la vida del agente, pues habían inyectado una
sustancia a su esposa que le permitiría vivir solo por 48 hrs, y después
moriría. Pero existía una salvación, un antídoto al veneno, a cambio el agente
Smith tendría que hacer un trabajo para ellos si quería que su esposa siguiera
con vida.
En nuestra vida, aunque no de
manera tan drástica, suceden situaciones como esta, y más aun cuando somos
jóvenes, queremos “comernos al mundo”, creemos que tenemos muy poco tiempo para
hacer lo que deseamos, o bien también llegamos a creer que tenemos tiempo de
sobra y decimos “soy muy joven para esto”, pero al escuchar esto viene a mi
mente algo muy interesante que Dios comparte con nosotros en su palabra: “Todo
tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del sol tiene su hora…”
(Eclesiastes 3:1).
El tiempo es sin duda uno de esos
misterios que por más que se estudien jamás se podrán comprender, nunca vas a
hacer volver un segundo atrás, ni tampoco un segundo adelante. Hay quien busca
ser aliado del tiempo, como si este tuviera voluntad propia y decidiera que un
minuto transcurra mas rápido o más lento, si bien el tiempo es igual para
todos, no hay minutos mas largos, ni segundos más cortos, es por eso que la
mayoría de las personas con metas y sueños por cumplir buscan ser buenos
administradores de cada periodo de tiempo que tienen, pues no sabemos si
seguiremos teniendo más y así fracasaremos en lograr nuestro objetivo, esto
lleva a que las personas vivan presionados en su trabajo buscando ser mas
productivo y ganar mas dinero, o quizá en las decisiones de nuestra vida, como
casarse, ahora vemos a personas de apenas unos 16 ó 17 años creyendo que si no
se casan en ese momento que sostienen una relación de noviazgo (prematura por
cierto) ya nunca se van a poder casar y serán un solterón o solterona amargas
por el resto de su vida. Y así como estos ejemplos existen muchos.
Yo siempre he creído que si
existiera una maquina del tiempo sería algo increíble, y a la vez muy útil,
pues si algo no sale bien se puede volver en el tiempo y corregir las fallas. Pero
a la vez logro entender que Dios no nos permite tener el control del tiempo por
alguna razón.
En alguna ocasión, siendo un poco
más joven, se presentó una situación en mi vida que me llevó a una gran
enseñanza, fue difícil la lección, pero ahora doy gracias a Dios por hacerme
entender esto. Estaba cursando la escuela preparatoria, tenía alrededor de 17
años, y todo estaba muy bien me encantaba la escuela y todo lo que aprendía en
ella, los maestros eran tan simpáticos y mis compañeros y yo nos divertíamos poniéndoles
apodos, de esos graciosos sin ninguna mala intención. Pero al pasar los días
mis compañeros comenzaron a ser irrespetuosos con las autoridades y eso a mi no
me agradó, en casa y en la iglesia me habían enseñado a respetar a mis
autoridades y sabía que eso no estaba bien, por lo que decidí alejarme un poco
de ese ambiente. Y es así como conocí al “primer amor de mi vida”, una de mis
compañeras que en un principio había pasado desapercibida por mi camino, ella
era noble, inteligente, con las mejores calificaciones de la clase, y sobre
todo era muy linda, tanto por fuera como por dentro, así que yo caí encantado a
sus pies.
Después de varios meses de
convivencia, y de darme cuanta que esa chica me gustaba realmente, comencé a considerar
en que ella fuera mi novia, estaba decidido y así sería. Pero algo curioso
sucedió, por más que lo intenté, jamás pude pedírselo, y lo mas extraño es que
no fue porque no quisiera o por nervios, sino que algo dentro de mi me decía
que no estaba bien lo que estaba haciendo, por lo tanto se frustraba todo
intento de noviazgo. Fue entonces, al no salirme nada bien, que me puse
espiritual y comencé a orar por esa situación. Yo estaba desesperado, siendo
esta chica una joya, mas de un chico tenía las mismas intenciones que yo, así
que no quería que me “comieran el mandado” por lo que decidía ir con el que
todo lo puede para que me ayudara, pero ¡Oh sorpresa! Su respuesta no fue la
que yo esperaba, me llevó a la biblia y me mostró el libro de Eclesiastés
capitulo 3. No lo podía creer, Dios me estaba diciendo que no era tiempo de un
noviazgo, pero yo como buen adolescente, a pesar de la claridad de la respuesta
de Dios, lo interprete a como quise, pensé que Dios tenía razón como siempre y
que él me revelaría el momento, lugar y forma en que yo habría de pedirle a esa
chica que fuera mi novia.
Esa situación hizo que mi vida
espiritual se volviera un caos, pues en mi mente solo estaba presente que tenía
que agradar a Dios, pero que si yo seguía insistiendo con esa chica en ese
momento no tendría su respaldo y por consecuencia no me iría bien. En ese
momento yo sabía que no era mi tiempo para tener un noviazgo, pues sabía
también que para un muchachos cristiano un noviazgo es para buscar como fin
casarse y que no deben de durar mucho tiempo para no caer en tentaciones. Así que
no era mi tiempo. Pero la cosa empeoró cuando Dios, por medio de un profeta, me
dice que no solo no es mi tiempo, sino que tampoco era la persona que él tenía
planeada para mí. El mundo se me vino encima, no solo sentía que Dios me
quitaba mis esperanzas de tener novia, sino que me quedaría solterón por el
resto de mi vida.
Fui necio e ignoré la voz de Dios
siendo tan clara, seguí conviviendo con esa chica y seguía pensando en que
fuera mi novia. Pero una ayuda de Dios vino a mi vida, al parecer de tanto
tiempo entre que si y que no, yo ya ni pichaba, ni bateaba, ni dejaba cachar
con respecto a ella, no dejaba que nadie se le acercará para que ni intentaran
si quiera coquetearle o algo así. Pero yo no sabía que desde hacía unas semanas
atrás ella comenzó a fijarse en un compañero de la escuela, era un tiempo simpático,
aunque muy feo, pero muy buena onda, imagina como lo veía yo después de darme
cuenta como ella lo miraba. Después de esto le pregunté a ella sobre sus
planes, que pensaba de tener un noviazgo, ella me dijo que no estaba lista para
eso, no hacía mucho tiempo atrás, había terminado una relación y que quería
tomarse su tiempo. Uff descansé al escuchar eso. Pero cual fue mi sorpresa que
no pasó un par de semanas después de esa charla cuando me enteré por misma boca
de ella y con una sonrisota de oreja a oreja que acababa de iniciar un noviazgo
con ese compañero simpático y feo. Lo sentí como un balde de agua helada cayendo
sobre mi, me impactó y me enojé con ella, y también con Dios. Por qué me hacían
esto, por qué ese compañero pudo y yo no, entonces Dios me responde aun no es
tu tiempo.
Es tan impactante cuando Dios
habla a nuestra vida, pero lo es más cuando lo que él nos dijo se cumple, yo
fui desobediente a lo que me dijo y sufrí las consecuencias. Y así pasa muchas
veces queremos que todo suceda cuando queremos, donde queremos y como lo
queremos, pero resulta que no somos los dueños del tiempo, tenemos la promesa
de que todo lo que deseamos se cumplirá, está escrito (Eclesiastés 3), pero también
tenemos que ser obedientes a lo que Dios dice a nuestra vida, hay uno y mil
señalamientos que nos dicen en que momento ha de suceder cada cosa, pero que
tan sensible eres para darte cuenta de esto, como anda tu relación con Dios. La
comunión con Dios nos lleva a reconocer su voz, para así obedecer y evitar
sufrir por no saber esperar.
En mi caso lo aprendía a la mala,
pero dicen que es sabio aprender de los errores, pero que es más sabio aprender
de los errores de los demás, es por eso que quiero decirte que no te desesperes,
Dios cumplirá todos los deseos de tu corazón, pero tenemos que entender que las
cosas son hermosas en su tiempo, si las quieres apreciar, aprende a tener
paciencia y se perseverante en lo que quieres. Dios nos dice que busquemos
primero su reino y que lo demás vendrás por añadidura, tan fácil como eso, pero
como humanos nos gusta complicarlo, si aprendemos a someternos a la voluntad de
Dios antes que a la nuestra, podremos disfrutar de minutos más largos y
segundos más cortos, pues es Dios el único capaz de darnos o quitarnos tiempo.
Su tiempo no es nuestro tiempo. Y aunque estemos en una situación como la del
Agente Smith, él hará que los minutos se alarguen y cumplas tu misión para que
le des toda la gloria por sus maravillas.
Yo, después de esa experiencia
adopté una frase como un resumen de todo lo aprendido:
“Me encanta que Dios arruine mis
planes, así sé que estaré cumpliendo su voluntad y no la mía…”
Dejemos la necedad de lado y
vivamos el tiempo de Dios, las promesas que te hizo las cumplirá solo tienes
que aprender a esperar.
A por cierto el agente Smith
logró salvar a su esposa, pues resulta que por unos tratamientos que ella
recibió desde pequeña, su cuerpo generaba una sustancia similar a la del antídoto,
por lo que el veneno no surgió efecto, así Smith solo se enfocó en cumplir con
su deber y Dios se encargó de su esposa.
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